La plaga

Damián y yo nos dirigíamos al metro La Paz, la terminal de la línea A del metro. Era de noche, el reloj marcaba las 11:10 , y el vagón estaba vacío; Damián y yo eramos lo único que separaba el vacío liminal-espectral de un vagón de metro a media noche y la presencia-uso[utilidad para] humana a la que ese vagón debe su existencia, o al menos eso aparentábamos. 

Durante todo el trayecto ninguno de los dos habló, no había nada que decir. Mentira. Había mucho, pero mucho qué decir, sin embargo, parece ser que no encontrábamos las palabras para expresarlo o, tal vez, ni siquiera éramos conscientes de que había algo qué expresar. Entonces el silencio...entonces el vacío...entonces...¿Qué diferencia había entre que el vagón estuviese vacío y que nosotros estuviésemos en él? más bien parecíamos espectros, simulacros de presencia humana.

El vagón seguía su marcha, afuera se apreciaba las luces de los locales que seguían operando a esa hora, y al fondo se apreciaba los cerros que rodean la Ciudad de México, con las luces de las casas iluminándolos, que dan la ilusión de estar rodeado por un mar de luces. Damián y yo no éramos amigos, pero compartíamos un mismo grupo social, que difícilmente podría decir que era un grupo de amigos; simplemente éramos un montón de universitarios que el azar juntó y que tratan de convivir y conectar entre ellos. Aquella noche caminábamos hacia Copilco como de costumbre, platicando, haciendo bromas ocasionales, etc. al llegar al metro la mitad del grupo tomó rumbo a metro CU, y la otra mitad se fue bajando a lo largo de la línea 3. Cuando estábamos llegando a la raza, Damián dijo: "un amigo se suicidó, lo van a velar en los reyes acaquilpan, ¿quieres acompañarme?" lo soltó de un golpe y con calma. No sabía que pensar o qué sentir, no conocía casi nada de Damián, ni tampoco a su amigo recién fallecido, por lo tanto carecía de ese contacto que presupone la empatía; no sentí nada, sólo acepté. 

Y ahora estaba en un vagón espectral rodeado de un oceáno de luces acompañando a un cuasi extraño a dar el último adiós a su amigo. ¿Quién era esa persona? ¿Cómo se habrán conocido él y Damián? ¿Qué lo habrá empujado al suicidio? ¿Será prudente hacer estas preguntas ahora, o en cualquier otro momento? Tal vez nunca lo sabría, y para mí aquella persona siempre habrá sido un espectro. 

Por fin llegamos, bajamos del metro y caminamos hacia una colonia, Damián iba dirigiendo. Caminamos alrededor de unos 10 minutos, cuando Damián se detuvo y dijo: "Aquí esta bien, gracias" y nos despedimos. 

A pesar de la hora y lo peligroso de la zona, decidí ir a comer algo, no tardé mucho en encontrar un puesto de garnachas. Habían pasado unos 20 minutos desde que me había separado de Damián, y mientras comía me llegó un mensaje, era de Damián: 

-Reconoces esto?

Mandó unas tres fotografías, eran unas hojas y una cartulina; amplié las imágenes para leer su contenido y...

No podía creer lo que estaba leyendo, se trataba de un escrito que había hecho hace unos meses atrás donde plasmaba lo solo y vacío que me sentía ¿Cómo llego a manos de esta persona? 

-Lo ves? -siguió texteando Damián- esto es una plaga.


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